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1.6 El chino de hoy

Además de ser la lengua oficial y mayoritaria en China, el chino es también oficial en Malasia, donde existe una numerosa comunidad china (aproximadamente una cuarta parte de la población) y en Singapur, donde los chinos son el grupo linguístico mayoritario (casi un 80% de la población). También es la lengua oficial de la isla de Taiwán, reclamada por China pero independiente de facto desde 1949. Además de estos territorios en los que el chino es oficial, existe una gran comunidad de lengua china repartida por el mundo, en particular en países del Sureste asiático como Tailandia e Indonesia y en países anglosajones como Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido. En los últimos años ha crecido también mucho la comunidad de lengua china en la Europa continental, incluida España. En todos los países latinoamericanos existen también comunidades chinas, cuyos orígenes en algunos casos, como los de Perú y Panamá, se remontan al siglo XIX.

Dentro de la propia China, el chino convive con otras lenguas como el tibetano, el mongol y el uigur. El Estado chino reconoce a 56 grupos étnicos, que se corresponden con los hablantes de 55 lenguas diferentes 1. Entre estos grupos étnicos se incluye a los hàn (), la denominación oficial aplicada a la población china por antonomasia, que constituyen el 90% de la población. Los chinos hàn y los musulmanes huí () son los dos grupos culturales que hablan el chino como lengua materna, unos 1200 millones de personas en total2. Evidentemente, la presencia ubicua del idioma chino en la vida pública de todo el país a través de la burocracia administrativa, los medios de comunicación y el sistema educativo hace que entre los hablantes de las otras 54 lenguas el conocimiento del chino como segunda lengua sea prácticamente universal, sobre todo entre los más jóvenes.

Los más de 1200 millones de hablantes del chino hablan sin embargo una variedad de dialectos muy diferentes entre sí. De hecho, las diferencias entre los llamados dialectos chinos son tan grandes que la comunicación oral es imposible entre hablantes de dialectos lejanos como, por ejemplo, el de Shanghai y el cantonés de Hong Kong. Estas diferencias tan grandes entre los dialectos han llevado a muchos lingüistas occidentales a referirse al chino como un grupo de lenguas siníticas, próximas entre sí, pero suficientemente diferentes como para merecer la consideración de lenguas separadas, como las lenguas romances o las eslavas.

El factor de la ininteligibilidad puede parecer un criterio irrefutable para considerar que las variedades lingüísticas que agrupamos bajo el paraguas del término chino son realmente un conjunto de lenguas siníticas diferentes. No obstante, esta visión del chino como una variedad de lenguas es rechazada en general en la propia China y existen también argumentos en favor de una visión unificada de la lengua. El principal de estos argumentos, sin duda, es el hecho de que las diversas variedades de chino nunca han dado lugar a idiomas literarios diferentes. El chino como lengua de cultura siempre ha tenido una forma de expresión normativa única, que durante siglos fue el chino literario y actualmente es el mandarín estándar. Esta unidad de la norma culta, comparable a la que se ha dado tradicionalmente en el mundo árabe, tiene implicaciones sobre los propios dialectos, ya que la influencia de la lengua escrita mantiene una cierta homogeneidad en el léxico de los diferentes dialectos, en especial en el vocabulario más raro o culto. Palabras como matemáticas o filosofía pueden sonar de maneras diferentes en los diversos dialectos, pero solo por las divergencias fonéticas en la pronunciación de los caracteres que conforman la palabra escrita. De hecho, la ininteligibilidad entre dialectos viene dada en gran medida por diferencias fonológicas hasta cierto punto regulares. Por ello, los hablantes de chino suelen aprender otros dialectos diferentes del suyo propio con bastante facilidad. En cualquier caso, las diferencias gramaticales y léxicas entre estos dialectos no son en absoluto desdeñables.

La clasificación tradicional de los dialectos chinos distingue siete grandes variedades: Mandarín, , cantonés (o yuè), mǐn, hakka, xiāng y gàn.

Mapa de los dialectos chinos

Distribución territorial de los dialectos del chino. Las zonas en amarillo claro son regiones en las que el chino no es la lengua materna habitual de la población. Imagen de Wikimedia Commons (Más información y licencia).

Dentro de cada uno de estos siete grupos pueden a su vez distinguirse variedades bastante diferentes. Mientras que el grupo de dialectos mandarines, pese a su extensión geográfica y demográfica, presenta una considerable unidad (el dialecto de Harbin, en el extremo nororiental del país, es perfectamente comprensible para un hablante del dialecto de Kunming, en el extremo suroccidental), otros grupos como los dialectos xiāng o mǐn presentan una variación interna muy grande, hasta el punto de que hablantes de estos dialectos de zonas geográficas distantes unos pocos kilómetros son incapaces de entenderse entre sí.

Es importante señalar que la distinción entre dialectos que hemos mencionado, así como los propios nombres de estos, forman una clasificación común en los libros sobre lingüística china, pero es en gran medida desconocida por los propios hablantes del chino. Por lo general, los hablantes de chino suelen designar a su dialecto con el nombre de su provincia o de la ciudad más importante de su zona. Así, los habitantes de Shanghai y su entorno dicen hablar shanghaiés (上海話 shànghǎihuà) y aunque son conscientes de que su forma de hablar es similar a la de ciudades cercanas como Hangzhou o Suzhou, no existe un sentimiento identitario de pertenencia a una comunidad lingüística . En este sentido, el concepto de lengua wú o dialecto wú pertenece a los libros de lingüística, no a una identificación cultural propia de los hablantes.

Entre los hablantes de chino, esta diversidad de variantes lingüísticas se ha restringido tradicionalmente al lenguaje oral. Durante la última dinastía imperial, la Qīng, cuando el idioma culto era aún el chino literario, existieron obras de la literatura popular escritas en diversos dialectos, sobre todo mandarín, aunque también y cantonés. De hecho, la novela china más conocida, El sueño del pabellón rojo (también llamada Historia de la piedra), es un ejemplo de literatura popular en lengua vernácula, en el mandarín pekinés del siglo XVIII. Pese a los antecedentes históricos, lo cierto es que el uso de los dialectos como medio de expresión escrita ha sido siempre muy marginal. Tal vez la única posible excepción a esta marginalidad de los dialectos es el caso del cantonés, hablado en la provincia de Guangdong, cuya capital es Guangzhou o Cantón, y en las antiguas colonias europeas de Hong Kong y Macao. La situación peculiar de Hong Kong como colonia británica hizo que este territorio se mantuviera al margen de las políticas de promoción del mandarín estándar, y el cantonés ha mantenido allí su condición de lenguaje hablado habitual. La mayoría de las emisoras de radio y televisión en Hong Kong emiten en cantonés y también la enorme producción de música (el cantopop) y cine es mayoritariamente en cantonés (aunque siempre con versiones en mandarín para el mercado de la China continental y de Taiwán). Esta vitalidad del cantonés como lengua hablada en Hong Kong y Macao no se ha filtrado, sin embargo, a la lengua escrita. Aunque existe una forma escrita del cantonés, que reinterpreta muchos de los caracteres de la lengua escrita estándar e incorpora otros muchos caracteres acuñados para representar léxico exclusivo del cantonés, esta forma de escritura suele utilizarse solamente en contextos muy informales, como transcripciones de canciones, mensajes en foros de Internet y algunos ejemplos de literatura popular. Incluso en Hong Kong, la lengua escrita tal como se utiliza en la prensa y en los libros es prácticamente siempre mandarín estándar moderno. Las autoridades educativas de Hong Kong han adoptado una política oficial de bilingüismo escrito (inglés y chino) y trilingüismo oral (inglés, mandarín y cantonés) a la que se designa con la expresión china 兩文三語 liǎng wén sān yǔ. Esta discrepancia numérica entre dos idiomas escritos ( wén) y tres lenguas habladas ( ) expone la visión muy arraigada del cantonés como una forma lingüística hablada más que como un medio de expresión escrita.

El caso cantonés es prácticamente único entre los dialectos chinos diferentes del mandarín estándar en términos de prestigio y nivel de uso público. El dialecto mǐnnán o mǐn del sur hablado en el sur de la provincia de Fujian y en Taiwán, así como entre las comunidades chinas del sureste asiático (a veces llamado también hokkien, que es simplemente la pronunciación dialectal del nombre Fujian) es también un dialecto de cierto prestigio. La forma de mǐnnán utilizada en Taiwán, conocida como taiwanés, tiene una cierta presencia en los medios de comunicación hablados. No obstante, los intentos de utilizar el mǐn del sur como lengua escrita han sido bastante escasos3.

La variedad de formas dialectales del chino contrasta con la unidad de la lengua culta que se utiliza como medio de comunicación escrita. Esta norma culta unificada fue el chino literario (文言文 wényánwén) hasta la primera mitad del siglo XX, cuando el Gobierno de la República de China comenzó a promover una nueva lengua estándar basada en el dialecto pekinés.

Desde su fundación en 1949, la República Popular China ha mantenido la promoción de la nueva lengua estándar basada en el dialecto pekinés. Como comentábamos al final del capítulo anterior, a esta forma normalizada de la lengua culta se le ha dado el nombre de habla corriente (普通話, pǔtōnghuà), mientras que en Taiwán, donde en 1949 se refugió el régimen republicano perdedor de la Guerra Civil China, se ha continuado utilizando la denominación más antigua de lengua nacional (國語 guóyǔ), utilizada también a veces en Hong Kong y Macao y entre comunidades chinas en otros países del mundo. Otra denominación alternativa para esta forma estándar del idioma es 華語 huáyǔ, lengua china, utilizada sobre todo en Singapur, Malasia y otras comunidades chinas del sureste asiático.

Pese a estas diferencias terminológicas, pǔtōnghuà, guóyǔ y huáyǔ aluden al mismo idioma. Al estar basado en el dialecto pekinés, esta norma culta actual de la lengua china forma parte del gran grupo dialectal del mandarín, que abarca todas las variantes del chino habladas en el norte y en todo el oeste del país. La denominación de mandarín fue acuñada en un principio por los europeos para designar a la lengua empleada por los mandarines o funcionarios de la corte imperial de Pekín. Por extensión, ha acabado utilizándose para el conjunto de los dialectos norteños (北方話 běifānghuà) y, en un sentido más restringido, para la lengua estándar actual.

El chino que se presenta en esta web es solamente el mandarín estándar. Quienes deseen aprender otra variedad del chino se encontrarán con una gran dificultad debida a la escasez de recursos didácticos. Probablemente el único tipo de chino, aparte del mandarín, para el que existe algo de material didáctico sea el chino cantonés. Además, una dificultad añadida en el estudio de cualquier dialecto (o lengua sinítica, como se quiera) diferente del mandarín es precisamente la situación de diglosia (el uso de diferentes registros lingüísticos en situaciones formales e informales) que hace que todas las variedades de chino convivan con el uso formal y escrito del mandarín. Esta diglosia hace prácticamente imposible alcanzar una competencia lingüística avanzada en cualquier variedad regional sin tener una base de mandarín. Por ello, incluso en el caso de residentes en ciudades como Hong Kong o Shanghai que decidan aprender el habla local, cualquier pretensión realista de competencia lingüística en estos dialectos pasa por un cierto conocimiento del mandarín, imprescindible además si se desea aprender el idioma escrito.

1. Los grupos étnicos o nacionalidades (en chino 民族 mínzú) reconocidos oficialmente por el Estado chino son todos grupos lingüísticos, con una sola excepción: los huí (), musulmanes de lengua china cuyo rasgo cultural diferenciador es religioso y no lingüístico.

2. A los hàn y los huí deberíamos añadir también los manchúes, que tienen su propia lengua, pero esta se encuentra al borde de la extinción. El número de personas registradas como miembros de esta minoría ha crecido de manera significativa en los últimos años y la inmensa mayoría habla solamente chino. Sobre el crecimiento en el número de personas que reivindican una identidad étnica manchú, véase el libro de Pamela Kyle Crossley The Manchus.

3. Un caso significativo es la Wikipedia en mǐn del sur, que utiliza un sistema ortográfico basado en el alfabeto latino.

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